De Puntos Cardinales
Parece universalmente aceptado que, en términos muy generales, cuando se contraponen el Norte y el Sur, es el primero el que se considera mejor, más adelantado, más emprendedor, más rico, más vanguardista, más desarrollado y cuantos calificativos se quieran utilizar para poner de manifiesto que, en esa comparación siempre son los septentrionales los que salen mejor parados.
Cierto es que los conceptos de ambos puntos cardinales son, a estos efectos, bastante imprecisos y que posiblemente no resistan un análisis medianamente riguroso; pero no es menos verdad que, con toda su imprecisión, cualquiera tiene capacidad para hacerse una idea de que esto es así.
Quizás sea elocuente, insisto, en términos muy generales, hablar de América del Norte y del Sur, del Norte y el Sur de Europa e incluso de nuestra sufrida “Piel de Toro”. En cualquiera de los casos no es difícil aceptar esa genérica o global supremacía que “los de arriba” exhiben frente a “los de abajo”.
Intentar analizar las causas de este fenómeno resulta harto complejo; pues serían tan numerosas como variadas e igualmente lo serían los factores que han venido influyendo sobre ello a lo largo de los tiempos. No obstante, sí que es posible algún comentario al respecto, sobre todo referido al caso concreto de nuestra Comunidad que, precisamente, es el que más nos interesa.
Extremadura, a pesar de estar ubicada a caballo de Norte y Sur, parece incuestionable que se la incluye en el Sur de España e igualmente fuera de toda cuestión parece que se da ese mayor y mejor nivel en las Comunidades norteñas. Sobre todos si las opiniones que se pulsan son las de los que habitan más cerca del Cantábrico y los Pirineos.
Observando el pasado reciente, ya el régimen anterior se volcó en inversiones en las regiones del Norte, y a ellas emigraron muchos extremeños buscando un trabajo digno y huyendo de la miseria en que estaba sumida Extremadura.
La despoblación en Extremadura fue galopante y hoy estamos padeciendo sus consecuencias. El Norte, y sobre todo Cataluña, obtendría un jugoso beneficio de la fuerza de trabajo de los extremeños que fueron despoblando su territorio, circunstancia que ha sido y es muy negativa para su desarrollo.
Ya en época democrática, con muchos años de Gobiernos Socialistas, tanto Centrales, como Autonómicos, y además coincidiendo ambos en el tiempo, la emigración ha continuado y sobre todo han sido jóvenes los que han emprendido el camino hacia fuera de su tierra: “las maletas continúan viajando”.
Extremadura sigue perdiendo población año tras año. Poco que decir del período de Gobierno del Partido Popular con tímidas medidas incentivadoras pero acompañadas de una excesiva burocracia para implantar empresas que decepcionaban a propios y extraños.
Es posible que, ya en el S. XXI, la emigración no se concrete en esa fuerza de trabajo; pero sigue emigrando el talento por falta de oportunidades en esta tierra y, sin duda, esta emigración es más dañina.
Buscando las causas, la más elemental honradez exige, en primer lugar, la necesaria dosis de autocrítica y, en este sentido hay que decir que es muy raro en Extremadura que las familias eduquen a los hijos e hijas en la implantación, continuidad y crecimiento de las pequeñas empresas y es posible que el motivo de ello sea que el rendimiento económico empresarial en nuestra comunidad está muy lejos del de otras comunidades y es evidente que si se obtienen beneficios razonables no se cierran o liquidan los negocios.
Así, sin iniciativa privada, sin creación de empresas una región progresa poco, seguirá aletargada, con bajos sueldos, empleos precarios o subsidiados y con las sucesivas generaciones jóvenes incorporándose al mercado laboral con el único objetivo de conseguir un puesto en la Administración como mejor seguridad y garantía de vida. ¿Hasta dónde llegaremos así?
Una vez puesta sobre el tapete esa necesaria dosis de autocrítica, no resulta menos necesario y honrado un comentario sobre otro tipo de causas y, no está de más señalar, en este sentido, que para atraer la implantación de empresas, hay que proporcionarles infraestructuras, no sólo espacios para la ubicación sino medios de transportes adecuados por ferrocarril y carretera.
Por lo que al primero se refiere, pensemos simplemente en cómo está la comunicación ferroviaria entre Madrid, Cáceres y Badajoz y no hay más que repasar las más recientes fechas en las hemerotecas para encontrar las averías, retrasos, disfunciones, incomodidades y tercermundismo que estamos padeciendo. Si rememoramos el eje Astorga, Salamanca y Cáceres, sólo cabe decir que simple y llanamente desapareció. Y qué decir de la comunicación ferroviaria Cáceres-Sevilla o de la de Badajoz-Zafra a Huelva. Está claro que las recientes y futuras movilizaciones por “Un Tren Digno Ya” están más que justificadas.
En cuanto carreteras, hay que reconocer cierto progreso con las autovías en funcionamiento y la mejora de carreteras Regionales y de las Diputaciones; pero las deficiencias siguen siendo notables: Faltan accesos adecuados a las Autovías desde los municipios aislados con nuevas carreteras transversales; es imprescindible conectar por doble vía a Cáceres con Miajadas, Villanueva, Don Benito y valle de la Serena, lo que supondría propiciar el comercio entre estas ciudades y generación de pequeñas empresas y empleo; no es menos necesaria la adecuación a carreteras con ancho de nacional las que discurren entre Trujillo, Guadalupe, la Siberia y suroeste de Toledo, y desde luego la autovía tan traída y llevada y tan reiteradamente comentada y parece ser que ya proyectada entre Cáceres y Badajoz.
Pero volviendo al planteamiento inicial de la primacía de lo septentrional sobre lo meridional, como toda regla necesita de excepciones que la confirmen, podemos concluir que en Extremadura acontece justo lo contrario y es el Sur el más desarrollado y el que dispone de un mayor y mejor tejido empresarial que el Norte, quizás porque que recibe más inversiones e incentivos, quizás porque los órganos de decisión están abajo o quizás haya otras causas que resulte menos procedente mencionar.
En todo caso, una rápida ojeada sobre el estado de las cosas nos permite percatarnos de que cualquier propuesta de progreso para el Norte está condenada de antemano. Podríamos hablar de un Corte Inglés del que nunca más se supo, de una Ronda Sureste que se sigue proyectando, de un hospital nuevo que será viejo cuando se abra, de una mina de litio que generará empleo y riqueza; pero que se cuestiona y posiblemente muera entre papeles, permisos, inconvenientes y discusiones, de una Universidad que encuentra impedimentos para ofrecer sus enseñanzas, sus títulos, su generación de empleo y algunos beneficios más o, por citar un ejemplo más que raya en lo tragicómico, se promocione una ciudad del Norte, Patrimonio de la Humanidad, con imágenes de otra ciudad del Sur.
De cada uno de estos desatinos y de algunos más que podrían citarse, podremos ir hablando con más detalle en sucesivos comentarios desde este foro, por el momento, desde el Norte, vamos a intentar buscar la equidad sin que nadie pierda el suyo y, en su caso, lo recuperen los que ya no saben en qué dirección navegan.