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Esto vale una Mina

La verdad es que no sabemos cuánto vale una mina; pero de la expresión que antecede cabe deducir que debe valer mucho, sea de lo que sea. Pero parece ser que si la mina es de litio y está en Cáceres no sólo no vale nada, sino que además está cargada de inconvenientes.

Desde que saltó la noticia de que en las inmediaciones de la antigua mina de Valdeflores puede haber un yacimiento de litio de proporciones más que considerables y que determinadas empresas están interesadas en su explotación por ser el litio el mineral del futuro, el llamado “oro blanco”, las redes sociales y diversos medios se han llenado de advertencias y suposiciones sobre los nocivos efectos que tal explotación traería consigo sobre la fauna, la flora, el agua, el aire y la especie humana (es decir, sobre todo).

Incluso la plataforma ciudadana “Salvemos la Montaña” ha elaborado mensajes que se están difundiendo masivamente poniendo de relieve toda la carga negativa que tal explotación conlleva y presuponiendo que las pocas ventajas que implica no repercutirán sobre Cáceres.

Lo cierto es que, siendo medianamente racional, no cabe pensar que algo sea absolutamente bueno o absolutamente malo. Cualquier cosa tiene ventajas e inconvenientes y cargar las tintas sobre unas u otros, cuando menos hace sospechar que puede haber intereses ocultos.

En general, y en el caso de esta posible explotación en particular, entendemos que se trata de analizar, sopesar, matizar y estudiar cuidadosa y pormenorizadamente las ventajas y los inconvenientes que traería consigo.

Es perfectamente posible que las Administraciones Públicas encargadas de conceder las oportunas licencias y de supervisar la explotación no se limiten a decir sí o no, sino que impongan las condiciones necesarias para que las ventajas se optimicen y se minimicen los inconvenientes.

Existen medios técnicos y mecánicos para limitar, reducir e incluso eliminar los posibles focos de contaminación que pudieran darse, podrían limitarse las dimensiones de la propia explotación o establecerse fases sucesivas con reposición de la flora temporalmente suprimida en las zonas que se vayan cerrando. Es posible, en fin, que los inconvenientes se reduzcan al máximo posible.

Como lo es también que puede y debe exigirse que los puestos de trabajo, los valores añadidos, las industrias complementarias que se generen y todo un etcétera de ventajas repercutan directamente en Cáceres y su entorno.

Está muy bien preocuparse por la conservación del medio ambiente y evitar agresiones gratuitas y excesivas; pero esa conservación hay que compatibilizarla con el progreso y el desarrollo y, sobre todo, pensar en generar mejores niveles de calidad de vida para los seres humanos que habitamos ese medio ambiente.

No podemos convertirnos en apóstoles del catastrofismo difundiendo mensajes de desastres sin límites y vendiendo la idea de que los grandes capitalistas de siempre vienen a aprovecharse de nosotros y nuestros recursos y a dejarnos explotados y sin nada que nos compense, porque ese mensaje ya está excesivamente “explotado”  (nunca mejor dicho) y eso sólo sucederá si se lo consentimos.

A los Poderes Públicos no les debemos pedir que digan NO a la mina; pero SÍ les debemos exigir que controlen y supervisen la explotación y que impongan las condiciones necesarias para que las ventajas sean más y mejores que los inconvenientes. Y si esto es así que se abra la mina y si no, pues que no se abra. Pero todo ello desde la racionalidad y no desde la visceralidad.

Que “Salvemos la Montaña” está muy bien; pero estará mejor que “Salvemos Cáceres” y estará mucho mejor que la ciudad y su entorno sea salvada del desempleo, el subdesarrollo y la miseria y esa salvación pasa por la industria y la inversión que son los motores del progreso.

Es posible que el conservacionismo a ultranza consiga mantener un medio ambiente maravilloso; pero también lo es que no podamos disfrutar de él ni nosotros ni nuestros hijos porque haya que emigrar, como ha venido sucediendo, a otras tierras para ganarse la vida.

El tiempo dirá si “ESTO VALE UNA MINA”.

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César García González
Escritor, poeta

Colecciones de poemas, leyendas medievales extremeñas y numerosas colaboraciones en prensa y revistas han sido los cauces en los que se ha ido plasmando su vocación literaria.