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Nota de prensa

La nota de prensa

Al justificar el proceso del nacimiento del libro “La Plaza de Toros de Cáceres. Apuntes históricos”, me refería a que en el año 1996, al cumplirse los aniversarios, 100 de la implantación de las Ferias de San Fernando y 150 de la inauguración de nuestro coso taurino, remití a la Prensa una nota con el deseo y la intención de que nuestras Autoridades cayesen en la cuenta de tan singulares efemérides y diesen a la edición de las de aquel año, la relevancia y la calidad que se merecían por tan especial coincidencia.

Una vez rematado y editado el libro y después de tantos años, he tenido la suerte de encontrar, colocando añejas carpetas, una copia de aquella nota que redacté. Creo que puede ser interesante como complemento del texto, ya que a ella se debe, en buena parte, todo lo que ha venido después hasta que el libro ha visto la luz.

Por ello, la transcribo íntegramente:

ANIVERSARIOS

Dicen que una de las maneras de evitar repetir los errores consiste en no olvidar la historia. Por esta razón, se me ocurre traer a la memoria de mis vecinos un par de recuerdos que cobran especial significación en este año del Señor de 1996, bisiesto por más señas, aunque ello no signifique gran cosa.

Por ser el más próximo en el tiempo y a pesar de que los cacereños de entonces ya están “todos calvos”, me referiré en primer lugar al centenario que se cumplirá cuando el mes de mayo que viene esté contando sus días postreros y que no es otro que el de la instauración o restauración (que con esto de la diversión popular y el mercado de ganados sucede como con la Monarquía Constitucional Española) de nuestras Ferias.

Del 28 de mayo al 1 de junio de aquel lejano 1896 se celebraron en Cáceres, por primera vez, unas Ferias que habían muerto en los albores del siglo que se extinguía, si bien en distintas fechas y con diferente carácter (de ahí la duda entre insta o restauración).

En verdad, las Ferias de Cáceres nacen tan pronto como se reconquista la ciudad por Alfonso IX de León, Monarca que otorga su Fuero a la villa y en uno de los preceptos de esta carta establece que se celebre una Feria entre los últimos días del mes de abril y los quince primeros del mes de mayo.

Corriendo el tiempo, bajo el reinado del autor de “Las Partidas”, las Ferias se parten en dos mitades, celebrándose la primera en los últimos ocho días de abril y los ocho primeros de mayo, festejándose la otra desde el 30 de noviembre al 14 de diciembre.

A principios del S. XVII, se vuelven a fundir en una las dos mitades, surgiendo como complemento un mercado ganadero que se celebraba, en principio los lunes, pasando después a los jueves.

Con diversas variantes esta situación se mantuvo por espacio de alguna centuria más hasta finales del S. XVIII, cayendo entonces en tal decadencia, eclipsadas sin duda por otros mercados ganaderos próximos con más movimiento, que llegan a desaparecer.

A lo largo del S. XIX se suceden los intentos de resucitar estos tradicionales festejos que sólo cuajan, como queda dicho, en 1896, año en que nacen pujantes, tanto el mercado, como las fiestas.

En el campo de “El Rodeo” se llevan a cabo las transacciones ganaderas, en la Plaza Mayor se instalan los puestos de dulces y baratijas, se celebran bailes y verbenas en los “Círculos y Sociedades”, aguaduchos y atracciones se alinean en la Corredera de San Juan y, como no podía ser de otra manera, en el coso de la Era de los Mártires se celebraron dos corridas de toros. El 31 de mayo “Guerrita” y “Conejito” estoquearon reses de Miura, sufriendo el segundo de ellos una cogida que le impidió actuar el 1 de junio, por lo que fue sustituido por “Mateito” que, compartiendo cartel con “Guerrita”, lidiaron y dieron muerte a reses de la ganadería de Palha.

Tan famosos espadas y tan acreditadas ganaderías respondieron al esfuerzo de los organizadores, con el Alcalde Don Nicolás Carvajal a la cabeza, de ofrecer un digno espectáculo con el doble motivo de las recién estrenadas Ferias y del cincuenta aniversario de la inauguración de la Plaza.

Seguro estoy de que el avispado lector habrá caído en la cuenta de que este último dato del cincuenta aniversario de nuestra Plaza de Toros implica que este año se cumpla el ciento cincuenta de esta efemérides.

Efectivamente, pocas Plazas españolas y del mundo pueden datar hace tanto tiempo su fecha de nacimiento.

Pero hagamos un ejercicio de memoria sobre la afición de los cacereños a la Fiesta de los Toros para enlazar este espectáculo con la construcción de la Plaza.

Desde los tiempos de la reconquista de la ciudad, en el primer tercio del S. XIII, se vienen celebrando festejos de toros. Se utilizaba entonces la Plaza de Armas del Alcázar, hoy ocupada por la Plaza de las Veletas y parte del terreno en el que se eleva el actual Convento de San Pablo, pasando con posterioridad a celebrarse en la Plaza Mayor, concurriendo a ella, dicen las crónicas “numerosísimo y muy entendido público que participaba en la lidia con notable destreza”.

De la segunda mitad del S. XV consta el relieve que alcanzan las corridas y los lidiadores, que logran fama y honores por su arte y arrojo ante los astados. Tal fue el caso del primer diestro cacereño del que se tiene noticia, D. Gómez de Solís que siendo simple hidalgo sin fortuna llegó a ser Maestre de la Orden de Alcántara, sin duda merced a la protección que le dispensara S. M. Don Enrique IV, a quien dejó impresionado el gallardo mozo por su destreza y valentía frente a los toros.

La gran afición de los cacereños iba imponiendo la necesidad de construir un coso acorde con el relieve de los festejos que se celebraban. No era tarea fácil y los intentos se suceden, en 1793 la idea va tomando cuerpo, pero no cuaja. En 1815 tampoco se llegó a concretar el esfuerzo de los próceres empeñados en el propósito. No obstante el proyecto no se deshecha y finalmente, en 1840 se constituye una sociedad por acciones que elabora un proyecto que acabaría convirtiéndose en realidad en 1846.

Se eligieron unos terrenos cerca de la ermita de los Santos Mártires San Sebastián y San Fabián y allí fueron dirigidas las obras de albañilería por el maestro alarife Tomás Tejada, corriendo a cargo las de carpintería de Juan Orduña y así que fue concluido el magno coso, los días 6, 7 y 8 de agosto se celebraron las primeras corridas en las que actuaron “El Chiclanero” y Gaspar Díaz “Lavi” que lidiaron reses de Veragua y de Muñoz Pereiro.

El orgullo y entusiasmo de los cacereños es difícil describirlo con palabras, pues aquel monumento al arte de la lidia es hoy uno de los más bellos que se conservan del más puro estilo español y en evocación, tanto del propio coso, como del espada interviniente en su inauguración, durante mucho tiempo se cantó una coplilla surgida del sentir del pueblo que decía:

Cuando vino “El Chiclanero”
A reconocer la Plaza
Le dijo a su compañero:
– ¡Esta es la mejor de España! –

Estos primeros festejos fueron presididos por el último vástago de uno de los más ilustres linajes cacerenses, D. José de Ovando y Porres.

Desde entonces, día a día, Feria a Feria, se ha venido forjando la pequeña gran historia de la Plaza de Toros de Cáceres, del Coso de la Era de los Mártires que este año cumple ciento cincuenta años de edad, dato que, juntamente con el mencionado centenario de la Feria de Mayo, no deben pasar inadvertidos, por lo que es de menester que nuestros actuales ediles no contraigan una deuda impagable con nuestro pasado y dejen sin festejar adecuadamente esta singular efemérides. Es cierto que las arcas del Municipio, como las faltriqueras de los vecinos, no están para muchas alharacas, pero bien se puede hacer un esfuerzo para que todos nos regocijemos un tanto extraordinariamente con tan significados cumpleaños.

César García
28 de abril de 1996

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César García González
Escritor, poeta

Colecciones de poemas, leyendas medievales extremeñas y numerosas colaboraciones en prensa y revistas han sido los cauces en los que se ha ido plasmando su vocación literaria.