Jubilados Manipulados
Las movilizaciones de jubilados y pensionistas en varias ciudades españolas parece que anuncian el principio de una especie de rebelión de los mayores para defender sus intereses. Este movimiento social no es baladí por cuanto que su importante número puede hacer decantarse unas elecciones en favor de uno u otro partido.
Pero entendemos que, como cada cual arrima el ascua a su sardina, los jubilados no deben dejarse manipular por aquellos que pretenden suprimirles el derecho a votar o por otros que cuando gobernaron no sólo no subieron las pensiones, sino que hicieron trizas la famosa “Caja” poniendo en riesgo el futuro de estas prestaciones.
Los derechos que los jubilados defienden no son exclusivamente la pérdida de poder adquisitivo, también pretenden unas residencias asequibles, confortables y debidamente atendidas, una sanidad sin las tremendas listas de espera para la asistencia quirúrgica, una regulación lógica del testamento vital para que puedan decidir por sí mismos qué hacer en el caso de pérdida de sus capacidades volitivas, unas imposiciones fiscales en las sucesiones y donaciones que no priven a sus hijos o herederos de lo que con tanto trabajo y esfuerzo se han ganado a lo largo de sus vidas, incluso que se considere la posibilidad de alguna forma de compensación para aquellos que de manera sistemática atienden las necesidades de sus nietos.
Todo ello, y alguna propuesta más en el mismo sentido, da para la elaboración de un programa electoral que, sin duda, coincidiría con los deseos de una gran parte de esos casi diez millones de jubilados.
No obstante, no deben dejarse seducir por los cantos de sirena de quienes ahora reivindican sus derechos, más pensando en sus propios intereses que en los de los jubilados, éstos no deben consentir que los distintos partidos los utilicen como una mano para abofetear el rostro de sus adversarios políticos.
Un colectivo de jubilados coordinado, organizado y con unos objetivos definidos no necesita de partidos ni sindicatos que los movilicen o manipulen con fines puramente electorales.
Por ahora ninguno de los políticos que pretenden capitalizar el malestar de los pensionistas ha planteado la posibilidad de reducir su número, su sueldo o sus prebendas para contribuir a reducir los gastos y así poder incrementar de acuerdo con el IPC la cuantía de las pensiones.